No hay peor ciego que él no quiera ver, y sordo que no quiera oír, afirma con razón el dicho. Así es que que el trayecto de memorizar se cubre de caminos distintos que van a aplazando la acción de recordar y ver el hoy porque duele a toda la sociedad.
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Nos encontramos con aquellos que los estudian como algo más y nada más. Otros que apenas intentan analizarlo y se quedan en lo anecdótico y los que olvidan que fue un hecho cometido contra todos y todas cerrando ojos y orejas.
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Todos esos sectores están tomados por un dolor oculto y aplastado en alguna parte, no obastante hay quienes se enfrentan a la tarea y reunen en sí mísmos el lugar referencial de la memoria sobre los hechos con lo que logran llevar a la vida la dignidad a la sociedad.
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Este artículo nos cuenta como las historias en espiral dentro de una familia une distancias e historias que se enfrentan socialmente de otro modo. Todo ello nos hace pensar los por qués (no hay uno sólo) como los para qués de tales y cuales actuaciones.
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Con tal reflexión se puede llegar a contribuir ejemplificando el memorizar para suturar las heridas. Y no con el olvido que las deja gangrenarse y encubre a causantes. Sino con la memoria que llevada con la justicia, no devuelve la vida pero cicatriza éticamente el dolor de una sociedad que padeció el abuso de la locura hecha ideología en un pasado no tan lejano. CM
*El País
Desaparecidos
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