viernes, 4 de enero de 2008

Un Cuento Hindú

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Un día el amante decidió ir a casa de la amada a buscarla. Cuando llegó, llamó a la puerta: toc, toc, toc. La voz de la amada llegó desde el interior: «¿Quién eres?». El amante, orgulloso y seguro de su condición, respondió con seguridad: «Soy yo», y esperó paciente a que la puerta se abriera, pero en vez de eso la puerta permaneció cerrada y aquel día no volvió a oír la voz de la amada.
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El amante volvió a su casa extrañado de que la puerta no se hubiese abierto, pero pensó que tal vez la amada no se encontraba bien y que si lo volvía a intentar al día siguiente, la puerta se abriría. Y así lo hizo un día después; el amante regresó a la casa de la amada y, muy convencido, llamó a la puerta: toc, toc, toc. Como el día anterior, oyó la voz de la amada que decía: «¿Quién eres?» Y el amante respondió: «Soy yo», pero la puerta no se abrió.
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Fue entonces cuando, abatido, el amante partió al desierto para meditar e intentar descubrir por qué razón la amada no le había abierto la puerta. Después de pensar y pensar, la soledad le dio la respuesta y fue apresuradamente a casa de su amada. Esta vez llamó: toc, toc, toc, y, como las otras veces, la amada preguntó: «¿Quién eres?»; esta vez el amante respondió: «Soy tú», y la puerta se abrió.

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