En casi toda España y sus autonomías, aún no logran despegarse los caminos de entendimiento del malestar existencial, las faltas constitutivas del ser haciendo, de la diferencia entre categoría y realidad...
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Le cuesta, y en ello muchas actuaciones públicas, de sus políticas y resistencias individuales, enmascaradas con los tintes más atractivos de nuevas modas interpretativas, arrinconan el hecho de la existencia del plano inconsciente...porque, le teme. Le teme a su representación, al largo trayecto, no indagado por lo que hasta su humor se pierde en la comicidad y lo festivo, algo distinto de lo que el humor suscita: pensar, reflexionar y objetivar, incluso riendo...porque admás en ello va el placer, otro elemento soterradamente, aún condenado, porque el deseo no es sabido, sino indicado.
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Este artículo posee muchas críticas factibles, pero algo amerita sin duda, la intención de abrir puertas sobre un estudioso que buscó aliviar el dolor, dejar fluir las emociones y sostener una ética.
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No soy ingenua, respecto al recorrido que esta sociedad debe recorrer, incluso en la clase intelectual, muy reactiva pero poco contestaria y consecuente, sobre el legado freudiano, al que descalifican un sin fin de veces sin haber leído apenas una línea de su obra.
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El País : Nueva era en el diván de Freud
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