martes, 25 de mayo de 2010

MIGRACIÓN - No sólo es el Síndrome de Ulises



**************************************************************En Antropología trabajamos las emociones en distintos planos, si bien a muchos psicólogos e incluso a antropólogos les molesta, pues separan lo emocional de las practicas sociales. Yo, me inclino por la conjunción de elementos. Otras orientaciones, más integradoras del sujeto social, las reconoce mezcladas y hace también la suma con la biología (Classen, con la sensorialidad) . Esta autora nos desafía con preguntas, tales cómo ¿Qué es lo que construye sentido social la sensación o lo social la sensación?


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Más allá de la encerrona verbal que pueda desatar la pregunta, nos resulta útil para dar comienzo a un análisis más serio de lo que en el trabajo de campo fui viendo en tres fiestas latinas en estos fines de semana en el despliegue de la acción femenina y sus contrastes.
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Todos/as sabemos que los encuentros multitudinarios llevan a saludos efusivos, pocas palabras de trascendencia pues prima la diversión, y que en el caso de que sí, es constante ver dos o tres distantes haciéndolo. No obstante, los y las que hacen ruido sea por la música, el baile, o el acompañamiento también están cuchichiando alternadamente y cerrando como abriendo temas de asuntos personales.
espanto, el pantojismo femenino tan extendido!
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Baumman nos habla de una sociedad líquida, en algunos casos diría hasta gaseosa, y no soy la primera por la capacidad de esfumación que algunos ha desarrollado como defensa. ya que algunas personas poseen singualres rasgos para borrarse de lo que sea. Una insólita capacidad de abandono hacia el otro que es vivido como tal, dado que cinco minutos antes, la efusividad del saludo en el encuentro, no guarda coherencia.

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A lo largo de varias, observaciones e interacciones, he visto estos fines de semana personas, sobre todo mujeres, que no podían centrar la interacción si no estaban apoderadas del discurso central de un grupo, su gestualidad muy semejante a haberse tragado un palo para caminar, poca capacidad para sostener la mirada, preguntas entrecortadas y muchas evasivas. Una espacie de aquí te tengo y luego te dejo como público. (seducción hueca)
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Al observarlo tan constante, esa terrible necesidad de ser mirada, atendida, escuchada, aunque fueran banalidades o silencios prolongados en tantas mujeres, algunos hombres también pero no tanto, entendí que es una especie de guión inconciente frente algo a descubrir. Una necesidad imperiosa de recuperar el centro de algo, tal vez perdido por la migración en el lugar de origen?. Un dejo de una autoridad marcada y rigidez cuando se observa la postura corporal, una inercia , a ojos vista acompañada de quejas..como un desplegable con cada persona para cada interacción que dan muestra de una incapacidad marcada de sostener continuidad y diálogo, carencia del sentido de la alternancia de los turnos en la palabra.

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Los cuerpos hablan de nuestra capacidad de reconocimiento, de la infantilidad femenina en esos casos, del no poder abrirse a los otros, del dolor solapado que reactualiza el abandono: "Te veo, te acojo, no marco distancia para dejarte ahí para que me mires y sólo a mía" .Así una y otra vez pareciendo sociales.
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Bajo el Síndrome de Ulises, gran descubrimiento de Achotegui por otra parte, cabe diferenciar el género y los rasgos sociales que las clases medias que migran les encorsetan la operatividad relacional prolongándoles gas a los vínculos, casi ni líquido, con lo que la mayoría de las veces inconcistencia vincular por el dolor solapado.
Todo esto traduciéndose en prejuicios de toda clase, engreimiento, banalidad, autoritarismo, rigidez corporal, debilidad, ciertas paranoias, poca capacidad de fluido afectivo, y verbalización limitada en el diálogo , poca selectividad relacional porque se repite el esquema sin poder detenerlo , mucho chusmerío, síntoma inequívoco del vacío doloroso que corre anclado en un tema sólo.


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En el congreso de septiembre, octubre sobre Síndrome de Ulises en la UB habrá un despliegue interesante sobre stos temas, más allá d ela habitual victimización que se hace con frecuencia dejando todo como está y sin tocar nada.(complicida perversa)
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Como antropóloga encuentro que estos elementos del narcisismo, tan defensivos, le juegan en contra a la autonomía femenina, o son la revelación del no querer serlo en los niveles más implícitos y ocultos de muchas mujeres a pesar de tener un discurso contrario.


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