Nada peor que una sociedad que en todo lo que puede se manifiesta xenófoba porque entre sus efectos perniciosos moldea gente comprimida, petulante, hueca...árida además de herir y desdeñar al otro.
No hay sociedades escencialmente segregadoras, pero sí las que dominados por los intereses que las hipnotizan con su historia, es decir la vida social a lo largo del tiempo hasta el presente, han optado por ello únicamente.
Es así que construyen sin sentidos que se los acaban comiendo en la muerte dulce de su cotidianeidad, el autoengaño como recurso frente al irremediable agonía en que se encuentran para estar y sostenerse frente a la consistencia del otro que lo prepleja.
Por eso segrega para seguir en el cuadrilátero pequeño que lo ahoga cada día en un goce extraño al fin pero del que no ha podido librarse.
Perecen.
CM
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