miércoles, 7 de noviembre de 2007

pensamientos

¿Cuál es la diferencia entre malestar soportable y añadido? Desde que venimos al mundo se nos señala que habrá muchas cosas que hacer que no nos gustan si queremos hacer o vivir las que nos gustan. Guarda esto la lógica de los opuestos que con cierta medida mantiene la variedad de los 365 días del año…pero el malestar añadido, ese de las interacciones abusivas ¿Qué hacer con él? Es una pregunta incorrecta. La pregunta adecuada es ¿Qué no hacer? La experiencia me indica que no hay que dejar enredarse porque siempre se pierde. Es más, ya se ha perdido antes de empezar. El estoicismo sigue siendo la mejor carta de protección porque no hay salida. Las interacciones abusivas son una especie de bucle sin fin que por alguna composición esencial no diferencian entre MALESTAR SOPORTABLE del AÑADIDO. Todo es igual. Y uno acaba pegado/a en el MALESTAR AÑADIDO sin más. Esta falta de diferencia es capital observarla en las relaciones de poder, aún más en sociedades donde asumir responsabilidades está fuera del acervo histórico. Es el punto clave donde, al menos, dibujar la línea divisoria con lo que cada uno o una debe cargar o no. Ese es uno de los meollos. Dónde está el placer o displacer por el que el poder se atribuye la capacidad de aglutinarlo para sí o arrancárselo a otro. Ficción que se anuda en el MALESTAR SOPORTABLE y se imbrica en el AÑADIDO. Y volviendo al estoicismo, a veces confundido con la sumisión, nada más lejos, si hay que pegar un puñetazo sobre una mesa, o pegar un grito, hay que hacerlo porque la contingencia lo exige así para no generar más añadidos. En el tandem del abuso alguien debe cortar, y está el estoico, porque asume el rol del límite.
Pensaba esto mientras iba a la panadería a buscar algo dulce para tragar unas decepciones burocráticas y personales.CM

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