AY! Los íconos y los emblemas!!!
Cualquier persona que lea este artículo sobre el amor podrá verificar el enredo de ideas y concepciones sobre sentimientos y emociones. Esto desde el dicho "el amor es ciego" hasta la difícil trampa aristotélica de causa-efecto, origen -final,etc. 
las cuales nunca han sido tan así ni determinativas como se las exponen. Si se para la velocidad de la confusión verbal, se pueden ver los intersticios que cobran un peso aplastante cuando se los analiza para entrar con guante fino al determinismo biológico por excelencia y sin refutación posible. Os invito a leer pausadamente cada línea pensando en las dobles hélices que se forman entre la cultura y la biología más que sólo en ella y en las afirmaciones Maoris, además, en las que el enamoramiento resulta un equivalente social a la enfermedad.
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También a leer Rougemont " El amor y occidente", alguna revista, a disposición del gran público, sobre género, pero sobre todo cuando vayáis al dentista las revistas del corazón en las que desfilan modelos de rupturas y uniones amorosas a punta pala. Eso de que la crítica como comportamiento desaparece por completo mientras se ama me suena más a síndrome de Estocolmo que a otra cosa. Se confunde el sentimiento con la falta de conciencia, tal vez se agudice? o tal vez por ello los Maoris hablen de enfermedad? Para quienes la hemos pad
ecido y compartido su contagio reiteradas veces conocemos el placer del desdibujamiento como la necesidad de volverse a dibujar. Por experiencia sabemos que son fases del rito de posesión (en algunos casos) a atravesar para reconverstirse. Son fases que se desean prolongar, pero que, paradójicamnete se deshacen más cuando más se desea la duración de la vivencia que la vivencia misma. Esos intersticios están rodeados de oxígeno (por suerte) que vivifican el vínculo...lo otro son cuentos chi
nos (con perdón de los:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::: chinos) que sostienen formatos sociales desde una idoelogía que no se aguntan ni con los versos neobiologistas (por eso se inventan)
ecido y compartido su contagio reiteradas veces conocemos el placer del desdibujamiento como la necesidad de volverse a dibujar. Por experiencia sabemos que son fases del rito de posesión (en algunos casos) a atravesar para reconverstirse. Son fases que se desean prolongar, pero que, paradójicamnete se deshacen más cuando más se desea la duración de la vivencia que la vivencia misma. Esos intersticios están rodeados de oxígeno (por suerte) que vivifican el vínculo...lo otro son cuentos chi
nos (con perdón de los:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::: chinos) que sostienen formatos sociales desde una idoelogía que no se aguntan ni con los versos neobiologistas (por eso se inventan)*
Amar sí duele y por otras razones que no s
e mencionan, se alternan sensaciones, pero no sólo ellas, propósitos, anhelos, el amor es raro. Paul Eluard decía que el amor es porque sorprende. Creo que en parte sí en parte no. Pienso que la sorpresa en un mundo de algodones psicológicos, fóbico, contaminado, consumista, narcísico, tiene poco lugar, pero eso no tan sólo en la pareja heterosexual y homosexual, su ausencia brilla al reducirlo a espacios tan compartimentados y se desborda sobre las góndolas del Corte Inglés u otras tiendas. La pasión, eso tan cargado de adrenalina que nos domina, salió del templo religioso a dar un paseo por la calle para acabar también en la góndola o en un agujero amoroso no conciente. Así como en la salud muy rápidamente se la identifica como ausencia de dolor, con el amor pasa algo similar. Se lo autentifica con un estado de anestesia. De ahí que la parafernalia amorosa se despliegue sin fin que el consumo le ofrece al mejor estilo Disney.
e mencionan, se alternan sensaciones, pero no sólo ellas, propósitos, anhelos, el amor es raro. Paul Eluard decía que el amor es porque sorprende. Creo que en parte sí en parte no. Pienso que la sorpresa en un mundo de algodones psicológicos, fóbico, contaminado, consumista, narcísico, tiene poco lugar, pero eso no tan sólo en la pareja heterosexual y homosexual, su ausencia brilla al reducirlo a espacios tan compartimentados y se desborda sobre las góndolas del Corte Inglés u otras tiendas. La pasión, eso tan cargado de adrenalina que nos domina, salió del templo religioso a dar un paseo por la calle para acabar también en la góndola o en un agujero amoroso no conciente. Así como en la salud muy rápidamente se la identifica como ausencia de dolor, con el amor pasa algo similar. Se lo autentifica con un estado de anestesia. De ahí que la parafernalia amorosa se despliegue sin fin que el consumo le ofrece al mejor estilo Disney.*Amar es más una pregunta de acción hacia el otro, además de las posibles deconstrucciones, antes que nada.CM
El País
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