Aún hacen falta recorrer otros caminos que conduzcan al espacio privado de otra forma al encuentro de la trasformación en la existencia del ser mujer. Pareciera un contrasentido salir para volver a entrar en una casa donde la mujer desaparece como tal, volviendo a cobrar las dimensiones otorgadas por la sociedad machista, incluso, esto es hasta peligroso, resultando en un canto de sirenas.
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Por una parte, claro que resalto la importancia y la necesidad de las políticas públicas pero sino permean las paredes hacia la vida privada pues se corre el riesgo de sólo quedar en una pintura espesa exterior que contribuya a crear más desigualdades de las que hay. También por eso a ocultarlas con sus consabidos perversos impactos sólo discursivos.
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Muy poco es por la naturaleza, en el modo que se nos hace creer, el dimorfismo sexual es una cosa, su interpretación social es otra. Debemos ser cautas y cautos en la celebración, de este evento como de cualquier otro.
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Con esto no me sumo, al contrario, a las críticas que solapan la complaciencia con un mundo plagado de traficantes de desigualdades sociales, justamente, para lograr su detención cabe no euforizarse, ser consecuentes, deshacer las creencias, no sumarse al tráfico y mirar esta reunión de forma crítica.
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Un cambio social profundo respecto del género no parte de un sólo punto de la sociedad, sea interno o externo, lleva tiempo y, además, es un tejido complejo cuyo entramado va dando nuevos modelos sociales de feminidad. Si entendiéramos el cambio de forma binaria, estaríamos irremediablemente jugando algo que va en nuestra contra.
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Ser mujer va más allá de al definición que una masculinidad fijada en parámetros limitados. Por eso cabe deshacer la alienación en que eso nos ha sumido. Por ahí hay que empezar. A ellos, por relación dialéctica también..pero es su tarea.
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Aún es poco lo asumido, como lo elaborado en la relación identidad/alteridad de forma dinámica, persistiendo el beneficio patógeno por ambas partes, lamentablemente.
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Caben más actos y sobre todo medidas en la vida cotidiana que descascaren las paredes de las casas que soterradamente, y en nombre de un amor, que a poco se acaba, relaciones más igualitarias, habladas, construídas...y fuera de ellas, en las paredes que tapan lo público con el poder de la masculinidad también.
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Habrá que derribar muchos muros cada día. Esa es la tarea para ir siendo.
*El País
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http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Nobel/Maathai/pide/Europa/inversion/medio/ambiente/Africa/invada/costas/elpepusoc/20100327elpepusoc_2/Tes
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