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Ayer escuchaba una reiterada, hasta trillada historia de una mujer que había obtenido un logro profesional y él se había ido con otra.
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Alcanza niveles tan grotescos de repetición este tipo de circunstancias que por lo menos nos hablan de tres elementos. Uno que son pocos los hombres que toleran no ser el móvil de existencia de una mujer, son ellos quienes organizan la agenda y es a ellos que hay que querer. Ellos no pueden, no conocen otra forma de querer más que a través nuestro, no es a nosotras que nos quieran sino que somos parte de su curva hacia ellos mismos. Es muy doloroso pero aún es así.
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Parte de esto, es por lo que no soportan una mujer que piense porque los desestabiliza. Otro d elos tres aspectos es el anclamiento en que los hombres no salen de, hasta el más pintado, y con discursos progres inclusive. Están aún atrapados en los beneficios del modelo, aunque patógenos, porque no han edificado una nueva masculinidad ...todo está demasiado maquillado con discursos políticamente correctos pero sin las prácticas de la cotidianeidad que los avalen.
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Es más fácil todavía someter a una mujer para la propia seguridad, de la forma que sea, que verse así mismo con faltas. Y, tercero que el sistema está tan bien organizado que sobran mujeres huecas , en tales planos, que entran en el juego sin dificultad, es más, no serían nada si no lo hicieran, pues aunque incluso con formación e independencia económica carecen de visión de si mismas como sujetos. Luego, al cabo de un tiempo, cierran el círculo para pasar a ser ellas las desplazadas, de alguna forma, y así sucesivamente.
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Más allá de los discursos feministas rabiosos, cabe trabajar todavía mucho en el fuero interno d cada uno y una, como en el afuera, conjuntamente. No es sólo en un plano o en otro, hay que enfrentarse a las heridas narcisistas masculinas que los arranquen de tanta teta poco alejada y a las mujeres que se ofrezcan como tetas continuantes.
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La historia de ayer sólo es un síntoma del desamor pues son muy pocos los hombres con capacidad amorosa hacia una mujer. El amor no es la parafernalia, es otra cosa muy distinta, por algo lo estudiamos también.
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La tristeza se produce cuánto se hace en su nombre y cuan lejos está de serlo.
Esta mujer salió del círculo cerrado, con dolor, al que entró otra irremediablemente para la continuidad de la reproducción de una masculinidad y feminidad inalterables en el modelo de la centralidad que se describe al comienzo, y en la hipocresía de esta sociedad y de cada uno para sostenerse en él. CM
1 comentario:
Suscribo, Cecilia, lo que comentas. Hasta que no se rompa definitivamente con el universo creado alrededor de la "mujer", donde sòlo puede figurar como virgen, madre o puta no hay nada que hacer. Una sola acotaciòn, estaràs conmigo que no existe "la Mujer", con mayùsculas, èsta es una idea platònica que reduce lo diverso a lo ùnico.
Un saludo con afecto.
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