viernes, 27 de abril de 2007

Notas de libros

Bauman, Z. (2005) El amor líquido ( pág. 201), FCE, Madrid

En un chiste irlandés, un conductor le pregunta a alguien que pasa “ cómo llegar a Dublín”, y éste le contesta: “ Si quisiera ir a Dublín, no arrancaría desde aquí”
(...)
De hecho, uno puede imaginar fácilmente un mundo mejor preparado para el viaje hacia la “unidad universal de la raza humana” de Kant que el mundo en el que vivimos hoy, en los finales de la era de la trinidad de territorio-nación- estado. Pero éste es el mundo que existe, y por lo tanto el único del que podemos partir en nuestro viaje. Sin embargo, no iniciarlo, o más bien no iniciarlo sin demora, no es –y en este caso no hay duda alguna- una opción.
La unidad de la especie humana que Kant postuló puede estar, como el mismo sugirió, en consonancia con los propósitos de la naturaleza, pero ciertamente no parece estar “históricamente determinada”. La continua falta de control de la ya red global de dependencias mutuas y “la vulnerabilidad mutuamente asegurada” evidentemente no nos acercan a ese objetivo de unidad. Sin embargo, esto sólo significa que hoy más que nunca es urgente e imperativa una búsqueda esmerada de la humanidad en común, y de las acciones que se desprenden de ella.
En la era de la globalización, el ideal y las políticas de esa humanidad compartida, que tiene una larga historia de pasos aciagos, se encuentra frente al mayor de todos ellos.(...)

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